miércoles, noviembre 25, 2009

COLOCANDO ETIQUETAS...

Uno de los problemas gerenciales a que nos enfrentamos los consultores, es a la colocación de etiquetas que hacen los empleados y gerentes, en sus propias empresas.
Así, aparecen los flojos, los solitarios, los irrecuperables, los conflictivos, los imprudentes, los revolucionarios (en ambos géneros).
En algunos casos, las mujeres, como las chismosas, las agresivas, las gentiles y hasta etiquetas machistas y denigrantes, como las fáciles, las promiscuas, las culebras.

Peor aún es, cuando nos etiquetan bajo las premisas de discapacitados, como lentos, ciegos, sordos o mudos, sin serlo y cuando estos, se merecen nuestro respeto y solidaridad.

El problema de las etiquetas es que crean paradigmas culturales muy difícil de combatir y cambiar. Es como un “meme” cultural o virus comunicacional que se propaga mediante el uso del “radio pasillo” o comunicación informal de las empresas.

Recientemente y gracias a las redes sociales de Facebook, desayune con una entrañable amiga de la juventud. Hablando un poco de todo, me contó de cómo se había perdido de conocer bien a un antiguo amigo-jefe, porque un prejuicio inicial cultural, se lo había impedido.

Escribiendo este post esta mañana antes de entrar a una reunión importante, le comentaba a un colega acerca de las injusticias cometidas por la creación colectiva de las etiquetas paradigmáticas. Me contaba que su esposa acaba de entregar su tesis de grado la cual realizó en los problemas que tienen los zurdos en las escuelas. En la defensa de la tesis y en el momento de explicar la justificación del tema, entregó a su jurado (todos diestros), cartulinas con círculos dibujados y tijeras para zurdos. Todos los círculos salieron rotos, oblongos, peludos o deformes. Todo el jurado se quejó del trabajo y de la mala calidad de las tijeras. Le explicó que así se debe sentir un niño zurdo cuando es obligado a trabajar con tijeras diestras, reglas diestras en escritorios para diestros. Es mas, quién escribe, todavía tiene dudas si nació zurdo y en el colegio lo obligaron a “enderezarse”
Por que el ser “zurdo” en la educación de hace 40 años, nunca fue bien visto. La etiqueta paradigmática mayor es que se les llama diestros a los que escriben con la derecha y siniestros a los que lo hacen con la izquierda. Ya de hecho, con una etiqueta así no se le hará nada fácil el camino.

La cultura paradigmática de la colocación de las etiquetas, se puede romper. Creo, como he mencionado en otros post, que de los campamentos vacacionales se puede aprender muchas cosas útiles en la vida.
Hace dos años, me llevé a un grupo de 60 personas a un campamento de playa para hacer dinámicas de integración, para lo cual hice equipo con un líder campista, el cual a su vez, llamó a otros guías de campamento con experiencia. La edad promedio del grupo de guías era de 22 años. (De ellos se puede aprender mucho). Les pedí que diseñáramos un ejercicio sobre las etiquetas. Al día siguiente el líder me indicó cómo:

“Los dividimos en grupos y cada guía escribe en un “post-it” una etiqueta.
Las palabras deberán ser: egoísta, callado, reservado, conflictivo, alegre,
malhumorado, perdedor etc. Se la pegamos en la frente como una “etiqueta” y
debemos actuar en función de lo que cada uno lee en ella.”

Aparte de divertido, fue bien interesante ver como el colectivo trataba al otro en función de la etiqueta que llevaba en la frente. Así, ignoraban al egoísta, se acercaban al cariñoso y desdeñaban al perdedor. ¿Total, y no es eso lo que realmente hacemos en nuestra vida cotidiana, pegar etiquetas?
Creo que si. La función de la alta gerencia y de los consultores artesanos, es evitar caer en el juego de la colocación de etiquetas. Se trata, de estar un poquito, “en el puesto del otro”, para saber lo que se siente al estar etiquetado.

Creo que si debemos colocar alguna etiqueta, esta debería ser:, “te entiendo”




(imagen tomada de Google de open salon.com)

domingo, noviembre 15, 2009

HACER LA DIFERENCIA...

¡Qué bello es vivir!, es el nombre en castellano que tuviera la película “It´s a wondefull life" dirigida por Frank Capra y protagonizada por James Stewart y Donna Reed, y que vi hace muchos años en la televisión. Es un clásico norteamericano que data de 1946 y que acostumbran pasar en las fiestas navideñas; un poco, me imagino, por su mensaje de esperanza y constancia.

La película comienza en Nochebuena, cuando George Bailey, decide poner fin a su vida tirándose por un puente, cuando ya no puede soportar lo que consideraba su vida de encierro en su pequeño pueblo y lleno de aparentes fracasos. En el momento del suicidio, observa que un anciano se lanza antes que él, y presuroso se lanza igualmente, pero para salvar la vida del semejante. Al rescatarlo, el anciano le dice que es su Ángel de la Guarda y bajó del cielo para salvarle la vida. Le dice que no la quiere pues ha perdido (extraviado) gran cantidad de dinero en su pequeña empresa, y lo van a meter preso.

El Ángel lo complace, y regresan al pueblo como si él no hubiera nacido. Todo era distinto, todo era desolado. La gente que quería y había ayudado con su sacrificio no estaba, estaba muerta o estaba en malas condiciones. Comprendió entonces su “valor agregado”. Comprendió que fue posible lograrlo solo con sus buenas acciones y deseos.
Le pide entonces al Ángel, que le devuelva su vida, que las cosas y la visión del mundo cambiaría. Cuando al fin regresa, se da cuenta que todos los que había ayudado lo iban a ayudar para que no fuese a la cárcel. Final feliz. (Si no han visto la película completa, no vean el final que coloque abajo)

Ya antes he escrito sobre esto. Me parece importante re escribirlo de tanto en tanto, para recordar que somos importantes en lo que hacemos y que todos tenemos el poder de cambiar las cosas y hacerlas diferentes. Consiste en comprender las necesidades y aspiraciones de los demás, en desprenderse del egoísmo materialista que a veces nos hacer ser severos e injustos. Un poco de ocupar el puesto “del otro” y poder desde su puesto, entender las realidades del mundo.
Podemos indudablemente, hacer la diferencia en la casa, en el trabajo, en el tráfico. Se trata de entender las oportunidades y hacer de cualquier día, un día feliz. Todo es cuestión de actitud. No se requiere tener aptitud para tener una actitud positiva. Solo de mirar las cosas desde una perspectiva mejor, positiva, ética.

Poder “hacer la diferencia” nos convierte en agentes de cambio, lo que evidencia entonces, la adaptitud a las nuevas situaciones y circunstancias. Cuando uno llega a un trabajo, debe tener en cuenta que puede cambiar las cosas; hacer a los demás un día mejor. Con esa actitud, es posible, que cosas maravillosas sucedan.

Lo mejor que le puede pasar a un Consultor Artesano, es que alguna vez, algún gerente de capital humano de alguna empresa le diga:

“Es que has hecho la diferencia”

NOTA: Conozco a uno que le vendría bien pasar por la experiencia a ver si cambia, y nos mejora la vida.


sábado, noviembre 07, 2009

a Félix


Hola Félix:
En estos días me he acordado mucho de ti; quizá haya sido porque ya casi pasó un año de tu viaje o quizá sea porque mañana es tu cumpleaños.
Todavía me acuerdo muy claro cuando te acercaste y me preguntaste si quería ser tu tutor de tesis. Déjame decirte que fue un honor la solicitud. Una persona con tus valores éticos, amabilidad, compañerismo y visión de futuro, hace que el tutor se sienta reconfortado con el trabajo.

Aunque admito que no fueron días fáciles los primeros, sobre todo en hacer una investigación que es continuación de otras tres anteriores. Se debió como recuerdas, convencer primero a los profesores de la Escuela de Civil y tratar de centrar el tema. Recuerdo que la última vez que nos vimos, estaba reunido con el Consejo de Escuela, y tu sentado en el pasillo con cara de preocupación. Son cosas normales que pasan.

Regresaste a tu pueblo ese día entonces, para pasar las fiestas con tu familia. Pero un día de Enero, mi querido amigo, todo cambió. No sé qué cosas hayas podido pensar o sentir en ese fatídico día en que te interpusiste entre un arma asesina y tu Padre, para protegerlo del ataque. Aunque lo comprendo, ya que eras sin duda un ser especial, lleno de pasión, alegría y esperanza.
Todavía me pregunto, que puede mover a una persona, proteger la vida de un ser querido a costa de la propia. Solo tus valores y principios que te acompañaban. Solo un ángel, podría decidir inmolarse para proteger a otro.

Querías progresar y llegar a ser un gran profesional; sin dudas lo hubieras logrado. Te hubiera acompañado hasta el acto de grado, donde seguramente hubieras estado muy feliz y hecho felices a los que te admirábamos.

Querido amigo, debo decirte que la inseguridad en nuestro querido país no ha mejorado; al contrario, cada día más, gente cercana le toca vivir los horrores del secuestro, los robos, los asaltos y hasta la muerte. La dirigencia política debería centrar sus discursos en la educación a los valores, a la paz, a la convivencia. Pero no es así. Siempre que escucho a los voceros, no encuentro palabra que me haga sentir un poco más seguro y confiado. Creo que una forma de mitigar este flagelo sería, un discurso de encuentro, de paz y de convivencia. Uno vive sin la convicción del regreso seguro a casa, siendo un poco, como manadas de animales que pastan a la espera de la llegada de un depredador. Tú lo viviste y me duele en el alma tu ausencia.

Querías llegar a ser un gran ingeniero, constructor de futuros. Seguro lo estarás haciendo desde el cielo, con tu cuadrilla de ángeles albañiles. Estoy seguro que podrás hacer grandes obras que conoceré algún día.
Nunca dejaré de ser tu tutor, pues no llegaste a graduarte. Eres el único, pues todos mis tutorados han terminado. Por eso, seguirán los lazos por todos los tiempos que aun resten para hacerte compañía.

Te recuerdo mucho, amigo. Solo te pido que nos ayudes desde allá, en la posibilidad de construir un país posible, libre de violencia. En mi caso, desde la docencia.
Que pases donde estés, un feliz cumpleaños.
Alberto

(imagen tomada de vivamexico.com)