domingo, diciembre 04, 2011

Yo lo hice.

Hoy, con casi treinta años de graduado estoy seguro, que todo lo que se puede hacer en gerencia, gira alrededor de gestión del conocimiento. Y es así porque la verdadera gestión se basa en lo aprendido y de lo mejor que se puede hacer con eso que se conoce. Lamentablemente, la gestión de conocimiento llegó como si fuese una moda gerencial, como casi todas las demás, y de la misma forma se marchó de los planes empresariales. Quizá las grandes petroleras sigan con estos tratados, pero es poco lo que se escucha de las grandes empresas de conocimiento, como de software, hardware o nuevas tecnologías.
Uno, como pichón de aprendiz de consultor en los inicios, cuando no tenía ni idea de la “artesanalidad” de la gestión y ni de trabajar con las herramientas del cliente, me acercaba a la sombra de las grandes empresas multinacionales o las grandes nacionales. Nuestra industria petrolera se encontraba entre las cinco grandes del mundo y por ende, estructuraba su gestión en base a las nuevas tendencias y visiones de negocio. Así llegó a nuestro país, el rediseño de procesos, la calidad total, la mejora de la productividad y por supuesto, la gestión del conocimiento, de la mano además de los grandes gestores o creadores de contenido. La gestión del conocimiento fue entonces, el pilar de las grandes empresas y sus filiales, llegando a impactar las empresas de servicios básicos, los proveedores y las contratistas.

De todo ese esfuerzo realizado nos queda que lo más importante de la gestión, primero es saber qué hacer con lo que se sabe, y segundo, como pasar de unos a otros sin que se pierda lo que se sabe, en el entendido que la transformación de lo que tenemos en nuestras mentes a un papel escrito, es mucho más difícil y tedioso, que colocar a uno que sabe al lado de otro que quiere aprender y hasta que el segundo ya no necesite del maestro para realizar bien, la tarea. Por otra parte, los documentos escritos (que son excelentes fuentes), deben ser mejorados, revisados, validados y actualizados, para que realmente conlleven un verdadero valor en la organización.

Como consultor artesano, que encontró al conocimiento como su bandera, descubrí que era un buen nicho de consultoría, el servir de relator o “cuenta-cuentos”, en el transito del conocimiento tácito (el know How) al conocimiento explícito, (los procesos y procedimientos). Durante años, ya no en campo en “primera línea”, pero tras haber realizado todas mi carrera en los frentes de las obras de construcción, y haber acumulado muchas “mejores prácticas”, es que decidí acompañar a las grandes empresas a “explicitar” sus conocimientos y sus mejores prácticas. Lo maravilloso e increíble, es que en el tránsito de la relatoría y la transferencia del tácito al explicito, y tratando de aportar al procesos mis mejores prácticas, es que hube de ser impactado, modificado y transferido a nuevas prácticas y nuevos conocimientos. Porque se puede ser relator de lo que saben los demás, y no tener ni idea de lo que están transfiriendo, pero en el mejor de los casos que cuando siendo un experto en el área, te decides a transferir el conocimiento de otros.

La magia ocurre y ya las cosas no pueden ser lo que antes fueran. Se modifican las estructuras mentales y se obtienen nuevos aprendizajes significativos. Y no solo en la construcción, sino en la ayuda que realicé a empresas eléctricas de servicio en la normalización de sus procesos de construcción de sus sedes, o a una de las empresas de productos cerveceros, o al mayor establecimiento de locales de conveniencia en la ciudad capital. También en empresas de servicios de publicidad y a una importante empresa de transporte. Todo tiene que ver. Y no se trata de transferir lo que vas aprendiendo, a otros, que son sus capitales intangibles y secretos, sino que transfieres la forma de ver las cosas, en la misma transferencia, al hacerlo mejor, y en la confianza que queda al hacerlo bien, en un producto bien estructurado y bien útil, como un manual.

Probablemente los consultores artesanos cambiemos varias veces de profesión en nuestra vida activa. Sin embrago, y ante la proximidad del cambio, y por sobre todo si no vamos a volver a mirar hacia atrás, nos queda la responsabilidad de hacer la transferencia. Se trata de sobrevivir lo bueno, lo útil, lo necesario a otros, para que puedan hacer a su vez, su mejor uso, al potenciarlo, adaptarlo o mejorarlo. Se trata de que lo que hemos llegado a saber y a saber hacer, trascienda, ayude, facilite y mejore. ¡Yo lo hice!

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