domingo, enero 22, 2012

Cerecita


Yo quisiera que me recordaran como Gerente de Construcción, mas que por las plantas y árboles que sembré, (muchas), por las que protegí. Y resulta que para construir, en muchos casos hay que hacer lo que llaman “la preparación del terreno” que algunos gerentes interpretan como “arrasar con todo”. (¡Mosca! Ahora hay muchas leyes penales ambientales)

Yo he sido, en vida profesional, un poco más holístico y he tratado de preservar todo lo posible a costa a veces de sacrificar algunas cosas del diseño, que pudieran ser replanteadas.  Y resulta que cuando uno ve los ítems de un presupuesto de construcción, los primeros que aparecen  son, desmalezamiento y tala. Y por tala se entiende, cercenar una vida vegetal, por lo que he tratado en lo posible de cambiar la tala, por el trasplante.  En casos muy extremos en que no haya sido posible su traslado, se ha negociado con los municipios, la reforestación que indique la ley, que ha abarcado desde reparaciones de plazas públicas, siembra de vegetación en avenidas y arreglos fitosanitarios a arboledas cercanas y por supuesto, los trasplantes necesarios.

Hace algunos años, (no muchos), estábamos construyendo una de las casas de una familia de Caracas, y estando ya colocando tejas, (me acuerdo porque yo he seguido la tradición colombiana de hacer una fiesta al colocar las tejas), el dueño de la casa, un deportista innato, me dijo:

-“Quiero que coloquemos en el jardín, una cancha de frontón”

Era algo así, de 24 metros por 12 de ancho por 6 de alto. Dos paredes sobre una losa de concreto armado, construido en panelas solidas de arcilla cocida y frisadas o revestidas con recubrimientos cementosos de alta resistencia. No era tanto el reto del diseño, y su cálculo, sino donde habría de colocarla. La esquina trasera derecha cumplía con las exigencias de la ubicación del sol y los efectos de la sombra así como para no alterar demasiado con el paisaje del jardín.  Ya en el jardín, teníamos dos Jabillos centenarios cuya copa le daba relativa sombra a unos arbolitos menores que se encontraban al comienzo de la construcción. La ventaja es que se demolieron dos casa viejas y en su lugar se construyó la nueva sin alterar el paisaje y sin trasplantar ningún árbol.

Al replantear la cancha de 24 metros de largo, tuvimos la sorpresa, de que al metro 23 estaba una “Cerecita arbórea”, un árbol pequeño, casi un arbusto pero cuya fruta deliciosa es muy apreciada en el oriente del país y muy apreciada por pájaros en época de carga.

Por supuesto, para analizar el problema, hice un equipo de trabajo y llame a un biólogo especialista, a un equipo de trasplante, y al constructor. Las cerecitas son arboles muy delicados, pero al tener tanto tiempo y volverse arbóreos, mucho más aun, y no aguantaría un trasplante, aunque la sacáramos con la tierra y todo. El hecho es que lo conversamos con el cliente pero el necesitaba una cancha olímpica y de competencias, de 24 metros y no de 23.

Suelo visitar a mis clientes cada cierto tiempo, como para recordar los tiempos de compartir haciendo casas y hogares. Allí fui invitado hace dos años como por julio, mes que coincide en el hemisferio norte, en la época de flores y frutos.
El comedor queda como a 4 metros en una terraza por encima del jardín. Desde allí se observa, bajo la sombra de los dos centenarios “Jabillos”, a la derecha, primero el frontón que muestra el paso de los años, muy bien llevados, y se observa a los 23 metros del borde a una altiva cerecita totalmente llena de una frutilla rosada. Por todo el sector, decenas de pájaros dando vueltas alrededor y parándose sobre el.

-“La verdad, es que de las mejores decisiones que tuvimos en esta casa, fue la de resguardar la cerecita arbórea. Cada año pierde las hojas como en marzo, para luego recuperarse en Mayo cargada de flores. En esta época se llenan de pájaros y ha sido una de las alegrías de esta familia, durante todos estos años.”

En ese momento, y como lo dije al principio, me acorde de la cerecita, de los jabillos, de una caoba, de un Jobo, de un Araguaney, de una Rosa del Viento, (la más hermosa), y de algunos más pequeños protegidos como una guayaba, un mango y un cactus arbóreo, también.
La cosa es establecer cuando se construye, una comunicación mágica y holística con la naturaleza y tratar de hacer el menor daño cuando desarrollamos proyectos inmobiliarios. Un poco también de Facility Management, en sintonía y respeto con el ambiente.

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Les dejo unos datos y una canción, por si quieren saber más de este arbolito venezolano.
Cerecita, Malpighia emarginata
Es un arbusto que mide entre 3 y 6 m de altura, de corteza obscura; tiene numerosas ramas, generalmente dirigidas hacia arriba, frágiles y cortas, que en estado silvestre poseen espinas (las especies cultivadas carecen de espinas).
Las hojas son simples, enteras y opuestas, cuneiformes en la base que se dividen luego en tres o cinco lóbulos dentados o enteros; pubescentes de color verde obscuro, con ápice agudo o acuminado y pecíolo de 5 a 12 mm de largo. Las flores tienen cinco pétalos que miden entre 12 y 15 mm de longitud y son de color rojo, rosado, lila o algunas veces blanco
Fruto
Es redondo con un diámetro de entre 1 a 2 cm y 20 g de peso, de piel lisa, de color rojo o amarillo y, pese a su semejanza externa con la cereza del Viejo Mundo, en su interior presenta gajos y tres carozos apretados muy duros.
La contextura de la acerola es jugosa y suave, el gusto -sin el añadido de azúcar- es agridulce-ácido, lo que revela su alto contenido de vitamina C; en efecto es tras el fruto del Terminalia ferdinandiana la fruta comestible con más ácido ascórbico que se conoce. Mientras las naranjas poseen de 500 a 4000 ppm de vitamina, la acerola natural llega a tener entre 16.000 y 172.000 ppm (ppm: parte por millón) es decir de 1000 mg a 2000 mg/100 g. En otras palabras: un fruto de acerola posee entre 20 a 30 veces más vitamina C que una naranja. Es tan acre, y deja la boca tan áspera, que se suele comer cuando ya está muy madura.

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La imagen también es tomada de wikipedia.
Gualberto Ibarreto es una cantante folclórico venezolano que canta de manera estupenda la canción Cerecita, que narra de manera especial, las características del árbol y su fruta




3 comentarios:

Manel Muntada dijo...

"La cosa es establecer cuando se construye, una comunicación mágica y holística con la naturaleza y tratar de hacer el menor daño cuando desarrollamos proyectos inmobiliarios" Magnífica enseñanza que creo que se debiera utilizar como metáfora y aplicarla a cualquier ámbito en el que trabajamos. Convertir la Tierra en la palma de la mano que muestre cálidamente nuestras construcciones... ahí está el reto.

<muy bueno, sí!

Facility manager dijo...

Gracias Manel. De eso se trata de la visión integradora y sistémica, gracias por tu apoyo
Alberto

Arnaldo Laprea dijo...

Ojalá todos los constructores tuvieran esa misma sensibilidad por el ambiente, haría que el gremio tuviera una mejor imagen ya que es posible el desarrollo en armonía con el ambiente y este siempre será un valor agregado para la obra, estoy seguro que esta casa sin su vegetación original no seria la misma, los micro climas que se crean en el lugar influyen favorablemente en el aprovechamiento de energía que ayuda en la sustentabilidad de la construcción de esta forma no es necesario usar energía en equipos de refrigeración a toda hora así también el aprovechamiento de la luz a nuestro favor.

Estoy seguro que cuando los constructores no vean a la naturaleza como una carga economica sino como un activo aumentaran la rentabilidad y la calidad de vida de sus clientes.

Es posible un desarrollo VERDE!

ArnaldoLaprea
Carnet 20109990014
Gerencia de la construcción