Lo aprendemos desde chiquitos; no sé si por ser latinos o
por ser del trópico. Se trata en parte, y de una parte de la gente, de ser más
astuto, pícaro o “pájaro-bravo”. Uno va en la autopista de dos canales y
observa que un tercio viaja feliz por el hombrillo, una madre a su hija en el
supermercado, le enseña a hacer una “doble cola” para quedarse con la que
avance más rápido, o en una línea o cola para comprar algo, siempre aparece
alguien más apurado que pasa antes que nosotros. El tiempo se vuelve relativo,
mientas que haya personas que valoran mucho más alto SU tiempo que el tuyo.
Quizá en América del sur sea más evidente, pero viendo las películas de
oficinas que vienen del norte, comprendemos que solo son más sutiles.
Aprendemos a resignarnos, o aprendemos a emprender en esta
práctica. Lo malo es que es que en una sociedad de pájaros bravos, pareciera
que ya no hay nadie que pueda sacar ventaja del otro. Explica la socióloga
Carmen Elena Balbás–que “el pájaro bravismo, es cuando la persona obtiene beneficios,
transgrediendo las normas sin tener en cuenta a los demás.” (Fuente: http://www.lapatilla.com/site/2011/12/23/no-te-engoriles-una-campana-para-aprender-a-vivir-en-paz/
)
Los identificamos en la calle, en nuestros condominios como
vecinos, en los gobiernos, pero ¿también los hay en nuestro trabajo? ¿En qué
forma se presenta tal personaje? ¿Cómo lo identificamos y cómo con la
Psicología Positiva podemos atenuarlos?
Por principio, un tercio de los carros que corren por el
hombrillo para llegar antes que todos los demás, es muy difícil que llegue a su
trabajo y se comporte de una manera más ética o adecuada. Es de esperar, que
básicamente haga lo mismo.
En las estructuras jerárquicas podemos llegar a ver como en
la cadena de mando, los grandes se quedan con los aportes de los pequeños;
cuando una función del jefe debería estar en soportar, motivar y mover a sus
empleados a cargo. Algunos gerentes ocupan su cargo como si estuviera cosido a
la persona; sin reconocer que los cargos son temporales. La trasgresión de las
normas pudiese ocurrir en cualquier parte de la estructura; como ya dijimos de
jefes a subalternos, de pares con la misma jerarquía y hasta inclusive de
proveedores internos con personas de la empresa. La relación entre el jefe que
toma las iniciativas del empleado se torna más fuerte cuando vemos a
subalternos haciendo jugadas para ocupar lugares más altos en la cadena.
Se trata de transgredir las normas y esto ocurre casi en
cualquier parte y en cualquier cultura. Visto esto, podemos hacer una nueva
clasificación; los que lo hacen intencionalmente y los que no lo hacen así. De
los primeros, no me voy a ocupar en esta ocasión por lo complejo que representa
y por necesitar un estudio y análisis especial; se trata de entender a los
segundos; aquellos que sin intención, siempre tratan de sacar provecho de las
acciones, eventos, sucesos o procesos inclusive.
Cuando nos toca convivir con personas “aprovechadoras”
debemos desarrollar, promover y estimular a la generación de emociones
positivas en torno a los hechos, que aprendemos de los principios de la
Psicología Positiva. No se trata de ser sumiso y de aceptar todo como vaya
sucediendo, sino enfrentarlos con acciones positivas y no engancharse en el
sistema perverso de las negativas. Es más fácil enseñar a alguien que está equivocado
con un ejemplo positivo, que con una rabia, una queja o una reacción. En las
peleas de dos, donde el “PB”, agrede primero, la acción que más resalta es la
del agredido que pasa a ser el objeto de atención, por más que tenga la razón.
En las soluciones de mediación donde una parte es la activa y la otra, la
reactiva, la forma en que reacciona se vuelve crucial para su resolución.
Las transgresiones posibles en las empresas van desde la
acreditación de una idea de otro, hasta sucesos sencillos, como adelantarse en
los puestos vacíos del comedor, o del bus; tomar de su puesto, lápices o instrumentos
asignados a su uso, o quitar el puesto por una oportunidad. Las reacciones
positivas a las trasgresiones oportunistas se hacen necesarias.
La última clasificación que se pudiera aplicar a este tema es si una vez sucedido el
evento, se puede dar cuenta de ello y no le importa o definitivamente no se da
cuenta. Es sobre estos últimos donde las emociones positivan juegan un más alto
nivel de oportunidades y de impacto. Enseñar a fluir en lo que se hace como
forma de repulsa, se vuelve una forma positiva y aceptada por el otro. La
atención, la amistad, la alegría, el humor y la atención, pueden ayudar al
promotor del cambio a obtener resultados.
Así como en estos tiempos, adoptamos a delfines o a pingüinos,
también podemos “adoptar” a un “pájaro-bravo” y tratar de cambiar las cosas
malas, justo por aquellas buenas que beneficien a ambos, y a la organización.
“-Eberto trabaja en una gran empresa. Tiene generalmente
buenas iniciativas y más o menos desarrolla el 50% de sus buenas ideas. Un día,
discutiendo con la alta gerencia acerca de la ética, dijo que podía tener en la
empresa una venta de snacks que se auto mantuviera. El reto se cumplió y con el
aporte voluntario inicial de la gerencia y con poco monto se comenzó a operar.
El proyecto tuvo detractores; algunos trasgresores que se llevaban el dinero o
la mercancía. Algunos fueron contratistas externos. Hoy a casi un año de
operaciones, Eberto ve a su venta de Snacks funcionando y manteniéndose. Los
excedentes se pasan a una Fundación o para mejorar los productos. Los PB de la
empresa ya no ven interés en molestar o simplemente, ahora comparten las buenas
emociones que generan la confianza, el interés y el amor por los demás”
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