viernes, diciembre 16, 2016

¿Cuándo algo es suficiente?

Ser evaluado por otros tiene una desventaja: los criterios de evaluación los coloca el evaluador, sin importar poco o nada, los criterios del evaluado. Mas si se trata de adquirir técnicas maestras en alguna disciplina o técnica, ya que quién mide, lo hace desde su propio modelo. ¿Qué pasa si los criterios tanto de uno como del otro son distintos y el evaluador considera que no ha llegado a cumplir los “mínimos exigibles”? Pues, no pasa o no aprueba.


Sin embargo, se puede “llegar en la raya”, “por poco” o “detrás de la ambulancia” pero llegar, aunque en los criterios generales del evaluador se cuente con un estandard superior donde llegar “en la raya” no sea suficiente, y se falle  en consecuencia. ¿Qué hace el evaluado si en la medición externa no llega al resultado, pero el evaluado piensa que si?. Pues tiene varias opciones: se puede quejar, puede increpar, puede argumentar, puede asentir, callar y repetir, o simplemente puede re considerar lo que le ha pasado y re-encuadrar su situación actual. Re encuadrar significa, hacerse cargo de lo que le está pasando y cómo se está sintiendo, para conseguir significados, respuestas y acciones que lo ayuden a avanzar. El sufrimiento prolongado es detenerse, y el detenerse evita avanzar lo que pudiera significar inclusive, retroceder.


Retarse a hacer algo de una manera distinta puede ser bueno cuando en nuestra estructura mental, consideramos que debemos hacerlo. Malo es, cuando decidimos hacerlo solo porque otros nos dicen que es bueno y nos retemos solo por satisfacer una posición en una estructura organizacional o de trabajo, lo que al final, se trata de satisfacer al ego personal. Cuando podemos declarar que algo “es suficiente” lo hacemos desde el conocimiento personal de lo que hemos realizado, de la forma en que lo realizamos y por sobre todo, en la adecuación de la acción a nuestra estructura de valores, creencias y compromisos. A veces, hacemos las cosas convalidando algo en lo que no creemos pero que deseamos pertenecer; al final, nos hacemos daño, pues no encontramos la forma de identificar nuestras acciones con nuestro ser en un momento determinado. Es un tema existencialista, casi como un “deja vu” de los años setenta.


Ser honesto con uno mismo y valorar lo que se es, representa un compromiso certero y expansivo. Se trata de tolerancia, aceptación y amor propio; no basado en los juicios externos o en la escala de valores que otros, como auténticos otros, tengan sobre sí mismos y pretendan utilizarlos como espejos para medir a otros. El amor propio es un reflejo de una fortaleza de carácter que puede desarrollarse, que puede utilizarse como herramienta para avanzar, ya que nos coloca en el verdadero sentido de la vida que cada quien tiene de sí mismo. Es por eso que en la valoración de la adquisición de las competencias maestras, sea tan importante la opinión del evaluador como la del evaluado, quien al final de cuentas, reconoce, valora y mide su propio desplazamiento. En el desarrollo del ser, que convive con el “darse cuenta”, a veces, los desplazamientos más intensos, pueden ocurrir el minuto o el segundo anterior a reconocerse como una persona distinta. Por eso lo llamamos los coaches, la expansión del ser. Quizá en el BigBang el segundo anterior, el universo, era una cosa distinta.


Los evaluadores entonces, no debemos-podemos evaluar a otros sin conocer la opinión de su desplazamiento final, o usando juicios de valor, fundados en momentos anteriores, o basados en juicios de otros que pocos conocen al evaluado. La indagación apreciativa vista desde los principios de las fortalezas de la psicología positiva debería ser un instrumento de verificación y de escucha permanente. No vaya a ser que en el desarrollo de competencia para ser mejores personas, dejemos nosotros mismos de lado la escucha y nos convirtamos en lo que no queremos que los demás se conviertan.

Es decir, que existe un riesgo que mientras tratemos de cambiar al mundo, y en su defensa, nos convirtamos en lo que estamos atacando. Es una paradoja interesante, que he tenido la oportunidad de ver, sobre todo cuando tratamos de conocer el estado del ser, sus movimientos y todo aquello que consideramos que es factible de ser cambiado o mejorado. Siempre, antes de emitir un juicio de valor, no veamos solo la historia; veamos lo que es, el segundo anterior.

Alberto

PD: Imagen gratuita tomada del dominio público desde Pixarbay.

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