El modelo del coaching
ontológico se basa en la Ontología del Lenguaje (Echeverría, 2005), descrito
por Rafael Echeverría. Lo ontológico desde la filosofía griega antigua, tiene
que ver con el conocimiento del ser. La ontología del lenguaje tiene que ver
con el ser y su relación con el lenguaje. La ontología del lenguaje tiene tres
postulados, que son:
1. Interpretamos a
los seres humanos como seres lingüísticos.
2. Interpretamos al
lenguaje como generativo.
3. Interpretamos que
los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través de
el. (Echeverría, 2005)
Entonces, somos seres
humanos que utilizamos la comunicación oral, y que generamos ser de acuerdo a como actuamos y la
acción genera ser. El mismo Echeverría un tiempo después para explicar los
postulados, diseña el modelo OSAR, que nombra al ser como el “Observador”, que
genera una acción y obtiene un resultado. Coloca dos re alimentaciones; la
primera del resultado a la acción, y lo llama aprendizaje de primer grado y
aquel resultado que genera ser, lo llama
aprendizaje de segundo orden o grado.
Sin embargo, si usamos este
modelo y sus tres postulados en forma reducida y sencilla como en el gráfico
anterior podemos observar que el ser de las personas es acción y esa acción se
convierte en ser. Actuamos en función de lo que somos y somos de acuerdo a como
actuamos: el lenguaje es generativo, sin dudas. Esto deriva en el “devenir”,
donde podemos ser lo que queramos ser, o podemos actuar de una manera
determinada para ser lo que queramos ser.
La ontología del lenguaje
además de postulados tiene tres principios. El primer principio tiene que ver
con lo que el autor ha llamado “El observador”, que no siendo una entidad como
tal, sirve para identificar el proceso de generación del ser desde el lenguaje:
ontología del lenguaje. El primer
principio, objeto de este ensayo, nos dice:
·
“No sabemos cómo las cosas son
·
Sólo sabemos cómo las observamos o cómo las
interpretamos
·
Vivimos en mundos
interpretativos” (Echeverría, 2005)
En un mundo acostumbrado a
decir que cuentan con “verdades”, este principio nos resulta un poco extraño y
controversial. Pero ya el Talmud, el libro del judaísmo, nos decía desde la antigüedad, que “no vemos
las cosas como son, vemos las cosas como somos”. Reconociendo este principio entendemos
que las personas cuando conversan, lo hacen desde cada particular estado del observador.
Desde el lenguaje, las personas deben tener el compromiso de entenderse y saber
lo que se quiere decir.
En mis clases de coaching de
fortalezas propongo una conversación entre un físico nuclear y un músico
clásico conversando de arquitectura. Quizá tengan que ponerse de acuerdo en las
palabras y además tratar de entender como llaman a las cosas. Imaginen ahora
que no tienen el mismo idioma y necesitan un intérprete.
No sabemos cómo son las
cosas; de alguna forma podemos saber cómo somos o quizá como “vamos siendo” en
el devenir de la vida, y desde allí podemos observar el mundo y hacer nuestras
propias interpretaciones. Muchos gerentes en las organizaciones tienen una
mirada única y no aceptan o no saben cómo aceptar, que otros tengan miradas distintas
o hagan interpretaciones distintas de las cosas. Estos gerentes son
propositivos, no indagativos. La nueva gerencia requiere de personas que sepan
escuchar y que puedan reconocer en el acto de hablar, que todos somos distintos
y por lo tanto, que tenemos una distinta manera de percibir el mundo.
El modelo del observador,
OSAR, de Echevería plantea que vemos el mundo de una manera particular desde lo
que somos; desde allí actuamos y obtenemos resultados. En la gerencia moderna
como hemos dicho y en el acompañamiento que hace un coach al observador que
cada quién es, debe estar atento a todos los elementos del entorno, de las
palabras en su estructura de coherencia y desde lo dicho, la emoción y el acompañamiento
corporal, para poder entonces, poder realizar una interpretación de lo que está
observando.
En este proceso como coach
para mejorar y desarrollar las competencias tanto para el escucha como para el
observador, he decidido hacer talleres de fotografía digital. Es un hombre y su
cámara, atento al entorno, interpretando lo que acontece, y capturando una
imagen para que otros que la observan, puedan hacer las mismas interpretaciones
que el autor de la toma.
La hipótesis que me he
planteado es,
¿Puedo mejorar mi capacidad
de observación de las cosas que me permitan ser más asertivo en mis
interpretaciones, a través del estudio de la fotografía digital?
Con la conclusión de un
primer taller podría decir que el adquirir técnicas de fotografía digital si
favorece al coach en la adquisición de mejores competencias como observador. Y
resulta que en estas técnicas todo se convierte en metáforas. Se trata del
manejo de dos variables, principalmente: la abertura del objeto que observa y
el tiempo de exposición en la observación hasta capturar la imagen. Y
ciertamente en el escucha a otro, desde el observador que somos o vamos siendo,
es que podemos ayudar a otros a solventar las trabas y poder avanzar. En los
procesos de coaching o a través de la gerencia del líder coach, es que se
requieran más y mejores herramientas de observación, basadas ciertamente en el
manejo de los actos lingüísticos y ciertamente en la capacidad que tengamos de
escuchar. En el acto de escuchar y observar, retomando las metáforas, debemos
tener la habilidad de captar imágenes que involucran lo que dicen, con lo que
sienten y con lo que dice el cuerpo.
La observación, en la
fotografía digital, se desarrolla a través de la búsqueda de significados,
luces y sombras, movimientos, captura de hechos, descubrimientos, adaptaciones,
reconfiguraciones, re encuadres, vacios y silencios; todos, elementos del
coaching ontológico.
Creo sin lugar a dudas, que
todo coach o gerente coach, debería estudiar fotografía digital
Referencia bibliográfica:
- · Echeverría, R, (2005). La Ontología del Lenguaje. Chile: JC Saez Editor
- · Mata, R. (2017). Taller de fotografía Digital 1. TFRM: Material de apoyo. Hacienda La Trinidad, Caracas
Gráfico: slideplayer.es